En ocasiones podemos encontrarnos con que un paciente portador de una prótesis fonatoria acude por habérsele caído (más rara vez tragado) y con una fístula salivar. En ese momento lo ideal es colocar una nueva prótesis fonatoria. Si no se dispone de ella se puede colocar una sonda de aspiración para que la fístula traqueoesofágica no se cierre, colocando una sonda nasogástrica y una cánula con balón para evitar aspiraciones pulmonares, recolocando la prótesis fonatoria lo antes posible.
Pero en ocasiones dicho paciente acude, sorprendentemente, tras varios días y puede que el orificio de la fístula traqueoesofágica esté prácticamente cerrado. En ese caso resulta imposible la recolocación de la prótesis fonatoria siguiendo el procedimiento del recambio habitual. Con anestesia tópica y local se realiza la apertura de la fístula con un mosquito, siguiendo el trayecto previo fistuloso, normalmente hacia arriba y atrás, y aun así el orificio es aún de pequeño calibre y si pretendemos introducir la prótesis lo que conseguimos en empujar la pared traqueoesofágica hacia la columna vertebral, colapsando el esófago por lo que la prótesis no se puede introducir.
Presentamos un caso de un paciente con prótesis fonatoria Provox que acude a consultas de enfermería tres días después de que se le cayese la prótesis con el orificio de la fístula traqueoesofágica prácticamente cerrado. Procedimos a la dilatación con mosquito de la fístula tras anestesia local y posteriormente utilizamos un kit de colocación quirúrgica Provox I, Introducimos la guía de por la fístula hasta sacarla por la boca y colocamos una nueva prótesis Provox I de forma ambulatoria con el mismo método usado en quirófano.
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